Título original: The Grey Zone.
País: Estados Unidos.
Año: 2001.
Director: Tim Blake Nelson.
Guión: Tim Blake Nelson.
Reparto: Allan Corduner, Harvey Keitel, David Arquette, David Chandler, Daniel Benzali, Steve Buscemi, Henry Stram, Kamelia Grigorova, Lisa Benavides, Mira Sorvino, Brian F. O’Byrne.
Duración: 108 minutos.
La solución final de los nazis era aniquilar a todos los judíos, a los que llevaban a los campos de concentración para su exterminio. Allí, como ellos no podían, o no querían, encargarse de todo, ofrecían trabajo a quienes quisieran a cambio de privilegios, como comida, bebida u objetos de valor, para que hicieran el trabajo sucio: desde ayudar a los prisioneros a bajar de los trenes, llevarlos a las cámaras de gas mintiéndoles y quemando sus cuerpos después una vez realizado el «trabajo».
Esas personas formaron los sonderkommando y se encargaban también de hacer de guardas contra sus propios compañeros. El mayor privilegio que tenían era, sin duda, lograr sobrevivir cuatro meses más en vez de acabar inmediatamente como las personas a las que recibían. En Auschwitz, el doctor Mengele (Henry Stram) hacía sus experimentos con ayuda del médico judío Miklos Nyiszli (Allan Corduner) quien narró su historia en el libro «Auschwitz: a Doctor’s Eyewitness Account» (Auschwitz: El Informe de un Médico Testigo) en el que Tim Blake Nelson se basó para escribir una obra de teatro y adaptarla para la gran pantalla.
En «La Zona Gris» se muestra perfectamente el trabajo de los citados sonderkommando, y se hace con bastante detalle para que el espectador tenga una visión completa de cómo funcionaban los campos de exterminio nazis y el trabajo de estos hombres en ellos que no hacían por gusto, sino por agotar sus últimas posibilidades de supervivencia. Y también se ve cómo uno de esos grupos de hombres decide que tal vez deban luchar para al menos morir con algo de dignidad después de que toda la que tenían les fuera arrebatada.
La película resulta interesante por mostrarnos una parte diferente a lo que el cine nos ha tenido acostumbrados en lo que a los campos de concentración se refiere, y lo hace con total crudeza porque la escena de las duchas es aterradora y no por lo que se ve sino por el sonido, pero hay otro tipo de escenas con cadáveres, muchos cadáveres, que son de una gran dureza.
No está mal la película y tiene un buen trabajo de actores, sobre todo por parte de Allan Corduner y Harvey Keitel, aquí haciendo de nazi.