Dick Cheney (Christian Bale) tiene claro desde que empieza en política que hay que llegar a lo más alto, al lugar donde reside el poder. Su mujer Lynne (Amy Adams) le da un ultimatum en un momento dado de su matrimonio que será clave en los años venideros de la vida y carrera de ambos porque a ella el poder también la motiva.
Tras superar su reticencia, logrando imponer sus condiciones, a ser el vicepresidente de George W. Bush (Sam Rockwell) Cheney logrará un fiel equipo de asesores para manejar a su antojo las decisiones presidenciales y ser el vicepresidente con más poder de la historia de los Estados Unidos de América.
La principal virtud de “El Vicio del Poder” reside en cómo está narrada, mediante el personaje interpretado por Jesse Plemons que tiene una relación totalmente inesperada e irónica con la historia que se nos cuenta, y en la segunda parte de su excesivo metraje donde se entra más en materia en lo que las guerras de Afganistán e Iraq se refiere y a las repercusiones de las mismas.
Se le está dando más bombo de lo que en mi opinión merece (ocho nominaciones a los Oscar, por ejemplo) incluso a las interpretaciones de su más que solvente reparto que lo hace bien pero sin dejar, ni mucho menos, interpretaciones memorables. De hecho, de los intérpretes para mí quien más sobresale es Steve Carell como Donald Rumsfeld y a él, precisamente, no le están nominando. Resulta lenta y aburrida en su mayoría con algunas partes interesantes en otro momentos pero creo que es un filme fallido. Sin más, no me ha dicho gran cosa.