Jonathan Harker (Keanu Reeves) es enviado a Transilvania, al castillo del Conde Drácula (Gary Oldman) para que este firme la venta de una propiedad en Londres. Le cuesta un poco olerse que ante él tiene a un personaje peligroso, y a Drácula poco le cuesta someter a Jonathan. Cuando el primero ve una foto de la novia de este, Mina (Winona Ryder), que es clavadita a la que fuera su mujer antes de que hiciera un pacto y se convirtiera en una criatura inmortal con terribles poderes, se las ingenia para viajar hasta la capital inglesa y conquistar a la joven, así como para convertir en vampiro a la mejor amiga de la chica, Lucy (Sadie Frost). Los pretendientes de esta, Arthur Holmwood (Cary Elwes), el doctor Jack Seward (Richard E. Grant) y Quincey P. Morris (Billy Campbell), junto con el profesor experto en vampiros Van Helsing (Anthony Hopkins) y Jonathan, intentarán por todos los medios salvar a Mina y derrotar a Drácula, que en Londres tiene una apariencia muy diferente a la que tiene en su castillo.
Vi «Drácula, de Bram Stoker» en los noventa, pocos años después de su estreno en cine y no me gustó porque me pareció aburrida. Revisionada, no he cambiado de opinión porque a pesar de que cuenta con una buena producción, no así los efectos especiales que dejan mucho que desear, no me engancha la historia y además el reparto no está muy bien que digamos. Salvo a Winona Ryder, Sadie Frost y sobre todo a Anthony Hopkins, que al menos pone un poco de histrionismo. El camaleónico Gary Oldman me convence en su castillo, pero no así en todas las escenas de Londres y Keanu Reeves está terrible.
No me gusta este filme, no. ¿Lo recomiendo? Seguro que a quienes les gusten las historias de estos «monstruos» atemporales sí disfrutan el filme de Francis Ford Coppola, porque estará categorizado de terror pero vaya que ni una pizca de él.