George Armstrong Custer (Errol Flynn) llega a la academia militar de West Point en 1857 con aires de grandeza y mucha cara dura lo que desde el inicio le dará problemas. Allí conocerá a Elizabeth Bacon (Olivia de Havilland), quien sin saberlo en ese momento acabará siendo su esposa, y se preparará para la Guerra de Secesión que no tardará muchos años en llamar a la puerta. Hasta su muerte en 1876 en la famosa batalla de Little Bighorn (Montana) en la que encabezó el famoso Séptimo de Caballería frente a diversas tribus indias donde estaban Toro Sentado y Caballo Loco (Anthony Quinn), Custer combatió en diversas batallas siendo afortunado en sus tácticas impulsivas y teniendo mucha suerte.
No hay que ver «Murieron con las Botas Puestas» como una lección histórica de corte biográfico porque el filme dirigido por Raoul Walsh no lo es. Este clásico de la serie de películas protagonizadas por Flynn y de Havilland es una visión romántica y muy ficticia del período militar del General Custer, opresor de los nativos americanos para uno, héroe para otros. La película está muy bien hecha, las escenas militares son buenas, la fotografía resalta las escenas y el personaje principal tiene mucho carisma, algo que Errol Flynn también tenía. Aquí cumple con creces como héroe y crítico del sistema que le rodeaba, además de como partenaire de la dama protagonista, ya que tanto él como de Havilland tenían química.
Es una buena película.
Diario de una Cinéfila 