Un grupo de jóvenes, cuatro chicas y cuatro chicos, aprovechan el verano tras el fin del instituto y lo hacen a tope, yendo de fiesta, pasando las horas en la playa entre baños y conversaciones… Pero la tragedia les sacude con fuerza y ahí es cuando aparecen los reproches, el distanciamiento y el duelo, sobre todo en lo que a Lise respecta ya que se aleja de sus amigos sin entender por qué ha pasado lo que ha pasado para acabar en casa de tres desconocidos quienes directa o indirectamente le harán ver las cosas con perspectiva para que poder seguir su camino en la vida.
La directora de «L’eté, l’eternité», Émilie Aussel, habla de su filme como una película de amistad y amor pero creo que ambas son piezas del tema central de la historia, que es el duelo. La muerte aparece de repente en la historia y ese duelo deja a Lise en medio del vacío existencial, un vacío que sus nuevos amigos también tienen pero que lo llevan de una u otra manera canalizando sus emociones. Y eso es precisamente lo que la joven debe lograr, algo nada fácil.
No está mal “L’eté l’eternité”, principalmente por ese mensaje que nos lanza y por esa visión de cómo el pasado va resquebrajándose mientras el futuro se va componiendo.