Años setenta en Bizkaia. ETA secuestra a un hombre, el empresario Javier Aguirre (Iñaki Miramón), a punta de metralleta en su propia casa delante de su familia. El hijo mayor, Fernando (Fernando Oyagüez de joven, Ginés García Millán de mayor) intenta por todos los medios de dar con el paradero de su padre y de recaudar el dinero que los terroristas piden por el rescate. Años después, empezada la segunda década del siglo XXI, Amalia (Adriana Ozores), mujer de Fernando, lucha contra un cáncer y tanto su marido como su hija Icíar (Susana Abaitua) la ayudan en todo lo que pueden. Icíar trata de que su progenitor se abra al dolor tanto de su pasado como de su presente, pero el hombre y su hija canalizan el sufrimiento de forma muy distinta.
Y es que, para mí, de eso trata “El Comensal”, de la canalización del dolor y de cómo lo viven Icíar y Fernando. La película coescrita y dirigida por Ángeles González-Sinde, se basa en la novela homónima de Gabriela Ybarra, cuyo abuelo fue asesinado por ETA en 1977, y, para mí, su mejor baza está en las interpretaciones, sobre todo Abaitua y García-Millán, porque como argumento me parece bastante sin más y es que ni se centra en el secuestro ni en la enfermedad y tampoco deja muy claro por qué Icíar necesita desenterrar ese pasado que su padre no quiere destapar.